16 jun 2010

INCOMPATIBILIDAD DE CARACTERES


Me he dado cuenta que en mis experiencias amorosas no me ha ido muy bien con las mujeres. Y no es que este decidiendo cambiarme al otro equipo, sino que me he puesto a pensar que las relaciones que he tenido no han sido como de cuentos de hadas.

En mis largos 26 años tristemente confieso haber tenido únicamente 3 parejas estables, aun que el número de pareja inestables las podría multiplicar por mil (realmente, serán unas cuantas más).

A continuación intentaré describir cada una de ellas y los motivos que nos separaron.

La primera de todas era una sangrona. Yo pensaba que me amaba únicamente por los obsequios que le regalaba. Pongamos que se llamaba Fiorella.

Fiorella siempre me decía que le gustaban los regalos y la algarabía. Por mi parte intentaba mantenerla contenta hasta que un buen día me dejó por otro que la enamoró con un regalo mucho mayor.

La segunda de todas era una celosa. Yo la quería porque era muy amorosa. Digamos que se llamaba Rosa.

Con Rosa el destino nos separó, yo viajé en busca de mis sueños y ella se quedó imaginando un sueño que nunca existió. A pesar del intento todo se terminó, ella se marchó con el primero que le ofreció amor eterno y sincero.

Finalmente, la tercera ella era una consentida. A pesar que yo amaba el aire que respiraba ella me decía lo triste que me veía. Ella se llamaba Lucia.

Lucia pensaba que los hombres servían de adorno para las mujeres y pobre de aquel que no hacia lo que ella quería mandaba a decapitar al pobre desgraciado. Como yo no soy un santo, ni un plebeyo acomodado, otra vez me dejaron.

Después de mi breve historia he llegado a dos conclusiones:

1. Me han convencido a la fuerza que el problema fui yo.
2. Y más importante, que he escrito cojudeces sin sentido.

Para cerrar este escrito les dejo un videito del gran Joaquinito.